jueves, 15 de enero de 2009

Las familias‏

Las familias‏
Las familias, con s.

Manuel García Estrada

La diversidad en México es un hecho, los que se sientan “obligados” a detener el proceso democratizador de las familias por causa de dioses, religiones o instituciones administradoras de fe sencillamente luchan contra la naturaleza evolutiva de la sociedad.

Antiguamente cuando se hablaba de la “célula social” se hablaba de la típica familia católica y tradicional que aunque disfuncional era como un aparador de lo que era aceptado como “bueno”. Un tipo de familia que para acabarla de amolar se basaba en un sistema totalitario y de sometimiento por parte del padre a la mujer e hijos que debían obedecer sumisos a su fürer casero.

Las familias, como la sociedad y los ciudadanos, comenzaron hace unas décadas a romperse en la tradición por la ola setentera del divorcio y la ochentera de las madres solteras y ya para los años noventa las construcciones familiares debieron dar paso de manera masiva a los hogares de parejas homosexuales. Quizás las leyes vayan detrás de la evolución de la sociedad pero eso jamás ha sido impedimento para la libertad, para el cambio.

Hoy día cuando lo común es que haya hogares monoparentales e hijos de matrimonios bugas (o heterosexuales) comienzan a verse de manera también generalizada los que tienen por padres a dos hombres o dos mujeres. Hace unas semanas charlando con una amiga de Cancún esta me platicaba que ella y su pareja, otra mujer, fueron elogiadas públicamente en una junta de padres de familia en la escuela de su hija. Ellas, dijo la directora, siempre están al pendiente de su hija y asisten a todo lo que son convocadas, así queremos a los demás padres en esta escuela. Quizás esta narración es controversial para algunos pero en realidad ya es un hecho que no dará marcha atrás en su evolución y es completamente natural para muchos otros.

Cada familia en su manera distinta de ser tiene valor y merece ser reconocida, sea una en donde viva la abuela, la hija y la nieta; en donde estén los abuelos con el nieto; la madre y los hijos; los papás gays solos o con hijos. Gracias a todas las expresiones familiares la sociedad se ha vuelto más tolerante y menos segregadora aunque aún existen los discursos excluyentes y humillantes para los niños en las escuelas cuando algunos maestros les dicen a los estudiantes que “su papá o su mamá DEBEN de asistir a un evento”. Espérennos maestros, muchos niños si viven con ambos padres pero muchos otros no ¿cómo se atreven a generalizar en su aula?

El evento que se realiza actualmente en el Tepeyac, D.F., muestra como aún hay instituciones fanáticas por ver el futuro con la nuca y excluyen a grandes sectores sociales de la posibilidad de creer en dioses. El Encuentro Mundial de la Familia que debiera estar completo al decir de la Familia Católica Tradicional no reconoce a las familias diversas y las excluye de discursos y acuerdos. La iglesia católica tal pareciera que dejó de lado la justicia proclamada por su profeta- dios creador. Quizás hacia adentro de esa iglesia ese choro anticuado pueda tener seguidores pero para afuera sencillamente se ve como una organización medieval. Lamentable es que Felipe Calderón haya asistido a la inauguración dejando de lado la laicidad mexicana que cobija, evidentemente, la diversidad. Un país laico es un país para todos sin importar credo o no credo.

Las familias son pues un conjunto de personas que se quieren y se apoyan, no importa como estén compuestas, su evolución será el reconocimiento de que sólo a través de individuos plenos –que se convertirán de manera reconocida en “célula de la sociedad” moderna muy pronto- se forman parejas plenas, éstas forman hogares plenos y quizás familias plenas, quizás porque no es obligación tener hijos, es una opción; y una familia plena construye una sociedad feliz, con cabida para todos y generadora nuevamente de personas felices.

Es una grata experiencia que los católicos sin quererlo se hayan exhibido en su Encuentro Mundial de la Familia, con ello han logrado la reflexión en cada casa de este país con un resultado que no es el que ellos quisieran pero si el que México necesita y quiere, que no es más que una sociedad democrática que respete los derechos de todos para que la paz sea una realidad que venga de una justicia genuina.

Hoy muchas personas en México que pagan impuestos y votan, gozan de todas las obligaciones pero no de todos los derechos ¿por qué el país tiene ciudadanos de segunda clase? ¿Por qué un país de leyes laicas con diversidad religiosa se atiene a los intereses de una sola institución? Falta carácter en el Congreso, falta incluir a millones de lesbianas y homosexuales al país para que de manera legal generen hogares con base en el matrimonio, que es un contrato social, y si les place incluso adopten y formen grandes ciudadanos para la República.

Manuel García Estrada. Córdoba, Veracruz. México. http://www.cordopolis.org/

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