TRIBUNA
Andaluz, del reino de Granada
25.01.09 -
JOSÉ MANUEL NAVARRO LLENA
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EN 1987, J. A. Bardem desveló, con un discurso valiente, en 'Lorca, muerte de un poeta' la biografía del escritor granadino que trascendió la literatura andaluza y que se autodefinía como 'Andaluz, del Reino de Granada'. A los 'granaínos' de entonces esta definición pudo parecernos atrevida pues estábamos acostumbrados a usar más el gentilicio de español aunque en 1980 hubiéramos confirmado la aspiración a tener estatuto de autonomía y reconocido un tímido sentimiento andalucista. Desde entonces, hemos construido nuestra realidad histórica, nos hemos despojado del sentido de identidad subyugada y hemos creado la que ahora sentimos como consecuencia de nacer y vivir en esta tierra y de convivir con personas procedentes de otras regiones, otros países y otras culturas.
Al definirnos como andaluces, lo hacemos conscientes de lo que significa en sí mismo y en su proyección universal opuesta a los nacionalismos excluyentes y al sentido egocéntrico de otras identidades. Ser andaluz implica conocer nuestro pasado y tener sentido de identidad y pertenencia a un colectivo de personas que nos hemos caracterizado por soñar nuestro futuro y por vivir cada día aprehendiendo del entorno todo aquello que nos ha resultado útil para, precisamente, vivir. Esto nos ha supuesto un crecimiento constante a partir de nuestras raíces, una adaptación a los cambios impuestos y un sentido humanista e integrador de lo foráneo que nos ha valido para entregar al mundo filósofos, escritores, pintores, astrónomos, matemáticos, médicos , hasta emperadores de Roma y presidentes de gobierno. Estas líneas pretenden validar la historia de este pueblo a través de la invitación a su conocimiento crítico para evidenciar el sentido de orgullo que hemos de tener como andaluces reclamando la parte del pasado que nos fue expropiada y entregada al cosmos de lo indefinido y lo metafórico. Especialmente el período conocido 'oficialmente como islámico' (711-1492) que ha sido vinculado a lo extranjero. Igualmente, el relativo a Tartessos y al período prerromano asociados a lo mitológico, y al que ocupó Medina Elvira y sostuvo el primer concilio cristiano en el s.IV que lo fueron a lo fortuito. Así, el pasado nunca fue nuestro.
Fenicio, romano, visigodo, árabe , son gentilicios que han anclado a nuestra mente colectiva para despojarnos de ascendencia, aunque cantemos en nuestro himno que «a los hombres alma de hombres les dimos». Esta paradoja ha provocado que durante años nos hayan contado que no hemos sido protagonistas de nuestra historia ni de nuestro destino, sino espectadores conducidos, masacrados o exiliados.
Como ilustración valga la referencia al proyecto de grabación de la película en torno a la figura de Boabdil por parte de Antonio Banderas. Los artículos que ha suscitado se han centrado en el tratamiento épico, crepuscular, o 'hollywoodiense' que tendrá la historia del 'Desdichado', 'el Fruto Coronado', pero en todos los discursos aparecen los apelativos del árabe, del rey moro destronado por los Reyes Católicos. Reflexionemos: Boabdil (Muhammad XI) pertenecía a la dinastía Banu Nasr (nazaríes) iniciada en 1238 por al-Ahmar ibn Nasr, (Muhammad I), quien nació en 1194 en Arjona, donde ya vivía su familia, proveniente de la taifa de Zaragoza, desde 1118. Es decir, al menos veinte generaciones nacieron y murieron en tierras andaluzas en un período de casi cuatro siglos, prueba suficiente para demostrar su vínculo con Andalucía. Por tanto, ¿cómo es posible que escuchemos sin asombro la denominación de 'árabe' para Boabdil y todos sus predecesores y para los habitantes de la ciudad en la que se practicaban las tres religiones del Libro? ¿Acaso nacieron en Arabia o en Mauritania para llamarles árabes o moros? La contestación no puede ser porque hablaban árabe, pues la lengua que popularmente se practicaba era el romance y el aljamiado. Tampoco porque eran islámicos porque coexistieron tres religiones que conformaron una sola Cultura que se adelantó al Renacimiento europeo cuatros siglos. Tampoco porque en 711 hubiera una invasión, exterminio de los habitantes autóctonos y repoblación posterior por ejércitos norteafricanos, porque de haber sido así hubiera quedado rastro en la dotación cromosómica mitocondrial (los estudios de genética de poblaciones de E. Bosch et al concluyen que los amplios intercambios culturales producidos entre el norte de África y la península Ibérica no conllevaron grandes intercambios de individuos).
La historia ha sido revisada por autores como Américo Castro, Ignacio Olagüe y, más recientemente, Juan Vernet y Emilio González Ferrín, quienes han puesto de manifiesto con un profundo análisis historiográfico que se han de desestimar «rancias interpretaciones partidistas» para conocer lo que al Andalus supuso a nivel de las ideas y la cultura en el mundo. Alguien habrá que cuestione o no considere a estos lingüistas e historiadores, pero quizá si atienda a otros como Ortega y Gasset, quien afirmó que el pueblo andaluz es el más viejo del Mediterráneo y que, antes de que se produjera el influjo de Oriente sobre Occidente, hubo una importante corriente cultural desde Andalucía hacia el frontal de Libia y el interior de Oriente.
Los romanos promovieron la entrada de una corriente cultural grecolatina importante cuando ya existía un substrato cultivado y soportado por una población acostumbrada a escribir sus leyes en verso. Europa luego se impregnó de la cultura griega y latina a través de al Andalus y de su influjo sobre las artes y las ciencias, lo que, según Goytisolo, provocó que los andaluces, y los españoles en general, seamos europeos por llevar al Andalus en las venas a pesar de que la península se partiera en dos para impulsar dos peregrinaciones: una hacia Santiago y otra hacia la Meca, hecho que provocó la ideologización de la religión.
Es loable que Antonio Banderas quiera dirigir una película sobre Boabdil, pero 'el granadino' o 'el andaluz', no 'el árabe' pues así ayuda a mantener la confusión y a seguir dando al orbe árabe argumentos para pensar que Andalucía fue de su propiedad y que, con ello, puedan justificar el reclamo figurado del personaje y sus ancestros. Con todo el respeto y el reconocimiento para lo que el mundo árabe aportó a la historia y al nacimiento de la civilización mediterránea en y desde el Oriente Fértil, permítannos que nos sintamos deudores de ellos en la misma medida que lo estemos de griegos, fenicios, romanos..., incluso godos, pero también que seamos poseedores de nuestro propio pasado afirmando que Boabdil, y todos los que habitaron lo que desde siglos antes se conoció como Spania, eran andaluces. Ahora, con la celebración del Milenio del Reino de Granada, el Presidente del Consorcio del Milenio, David Aguilar, tiene el gran reto de organizar y gestionar los actos del 2013 logrando importantes mejoras en materia de infraestructuras, servicios y marca cultural y turística, y de hacer también que se muestre la historia con una visión más objetiva y de recuperación de nuestras memoria e identidad perdidas. Recuerde el Sr. Aguilar las palabras del también médico, además de historiador y montañero, Fidel Fernández Martínez: «El desconocimiento [de los siglos medios] es todavía mayor respecto a los andaluces, cuyas glorias y proezas parecen condenadas al más completo olvido, por no ocuparse de ellas los historiadores deslumbrados por la epopeya triunfadora de Asturias, Navarra y Aragón". Es pues el momento de reintegrar a los andaluces sus propias glorias y proezas.
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25/Jan/2009 16:42:16
Pedro Honrubia
Magnífico artículo. Lástima que el desconocimiento de nuestra propia historia sea tan masivo y los mitos extendidos por los conquistadores estén tan a la orden del día, que incluso artículos como éste parezcan algo "exótico". Lástima que los andaluces sigamos doblegados y de rodillas al poder de la colonia que seguimos sin entender que aquel filósofo de Córdoba que llaman Romano, o aquel otro de la misma ciudad que llaman árabes, o su coetano que llaman judío, no eran más que andaluces, magníficos y brillantes andaluces. Ya se sabe, Trajano y Séneca eran "romanos", Averroes, Ibn Tufayl,etc. eran "árabes" , Maimonides era "judío", Velazquez, Lorca, Picasso, Juan Ramón Jiménez u Alberti son "españoles", y así sucesivamente. Los ANDALUCES simplemente no existimos, no hemos existido nunca para la memoria de estos señores de la roja y gualda. NOS TEMEN MÁS QUE A UNA VARA VERDE. Y es que saben a ciencia cierta que el día que Andalucía grite, a España le revientan los oídos. Pero nos tienen bien tapada la boca. Con historias de la "re"conquista, homenajes a los reyes Católicos, Santiago Matamoros y su blanco corcel, la selección española de fútbol y la madre que los parió a todos, vamos contentos. Cualquier pueblo con el pasado histórico-cultural del pueblo andaluz tendría un orgullo de sí mismo y de su pasado que no le cabría en el pecho. Pero nosotros no, nosotros estamos orgullosos de quienes nos han humillado, pisoteado y esquilmado nuestra historia. Ver para creer.
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25/Jan/2009 13:24:44
Miguel Angel Jimenez, escritor y granaíno
El día que los granaínos nos despojemos de nuestros miedos y nuestras verguenzas causas por quinientos años machacando que nos reconquistaron para salvarnos; el día que nos enteremos que no nos reconquistaron sino conquistaron, que nos expulsaron de uno de los más gloriosos reínos que han existido y que a nuestros antepasados los llaman moros cuando en realidad eran andaluces, granaínos desde antes que unos avariciosos reyes cristianos quisieran apoderarse de algo maravilloso; el día que nos demos cuenta y alcemos la cabeza para decir que somos granaínos, hijos de granaínos y que nuestros ancestros ya estaban antes de que vinieran los castellanos, ese día haremos una Granada grande y nos sentiremos orgullosos de nuestro verdadero pasado. Soy andaluz, de Granada y me siento orgulloso de serlo y espero que algún día dejen de utilizarnos los partidos políticos como arma arrojadiza y gritemos nuestras reivindicaciones como el gran reino que fuimos.
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25/Jan/2009 11:32:22
Al-Mansur Castillo Morón
Mi felicitación personal JOSÉ MANUEL NAVARRO LLENA. Somos algunos menos de los que quisiéramos, pero muchos más de los que los otros querrían, que llevamos ya decenas de años, trabajando por lo que se reivindica en este artículo. El desprecio de las instituciones culturales, editoriales, medios de comunicación que se editan en Andalucía, nos lleva a este silencio sobre nuestra Historia y realidad como Pueblo.
Andaluz, del reino de Granada
25.01.09 -
JOSÉ MANUEL NAVARRO LLENA
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EN 1987, J. A. Bardem desveló, con un discurso valiente, en 'Lorca, muerte de un poeta' la biografía del escritor granadino que trascendió la literatura andaluza y que se autodefinía como 'Andaluz, del Reino de Granada'. A los 'granaínos' de entonces esta definición pudo parecernos atrevida pues estábamos acostumbrados a usar más el gentilicio de español aunque en 1980 hubiéramos confirmado la aspiración a tener estatuto de autonomía y reconocido un tímido sentimiento andalucista. Desde entonces, hemos construido nuestra realidad histórica, nos hemos despojado del sentido de identidad subyugada y hemos creado la que ahora sentimos como consecuencia de nacer y vivir en esta tierra y de convivir con personas procedentes de otras regiones, otros países y otras culturas.
Al definirnos como andaluces, lo hacemos conscientes de lo que significa en sí mismo y en su proyección universal opuesta a los nacionalismos excluyentes y al sentido egocéntrico de otras identidades. Ser andaluz implica conocer nuestro pasado y tener sentido de identidad y pertenencia a un colectivo de personas que nos hemos caracterizado por soñar nuestro futuro y por vivir cada día aprehendiendo del entorno todo aquello que nos ha resultado útil para, precisamente, vivir. Esto nos ha supuesto un crecimiento constante a partir de nuestras raíces, una adaptación a los cambios impuestos y un sentido humanista e integrador de lo foráneo que nos ha valido para entregar al mundo filósofos, escritores, pintores, astrónomos, matemáticos, médicos , hasta emperadores de Roma y presidentes de gobierno. Estas líneas pretenden validar la historia de este pueblo a través de la invitación a su conocimiento crítico para evidenciar el sentido de orgullo que hemos de tener como andaluces reclamando la parte del pasado que nos fue expropiada y entregada al cosmos de lo indefinido y lo metafórico. Especialmente el período conocido 'oficialmente como islámico' (711-1492) que ha sido vinculado a lo extranjero. Igualmente, el relativo a Tartessos y al período prerromano asociados a lo mitológico, y al que ocupó Medina Elvira y sostuvo el primer concilio cristiano en el s.IV que lo fueron a lo fortuito. Así, el pasado nunca fue nuestro.
Fenicio, romano, visigodo, árabe , son gentilicios que han anclado a nuestra mente colectiva para despojarnos de ascendencia, aunque cantemos en nuestro himno que «a los hombres alma de hombres les dimos». Esta paradoja ha provocado que durante años nos hayan contado que no hemos sido protagonistas de nuestra historia ni de nuestro destino, sino espectadores conducidos, masacrados o exiliados.
Como ilustración valga la referencia al proyecto de grabación de la película en torno a la figura de Boabdil por parte de Antonio Banderas. Los artículos que ha suscitado se han centrado en el tratamiento épico, crepuscular, o 'hollywoodiense' que tendrá la historia del 'Desdichado', 'el Fruto Coronado', pero en todos los discursos aparecen los apelativos del árabe, del rey moro destronado por los Reyes Católicos. Reflexionemos: Boabdil (Muhammad XI) pertenecía a la dinastía Banu Nasr (nazaríes) iniciada en 1238 por al-Ahmar ibn Nasr, (Muhammad I), quien nació en 1194 en Arjona, donde ya vivía su familia, proveniente de la taifa de Zaragoza, desde 1118. Es decir, al menos veinte generaciones nacieron y murieron en tierras andaluzas en un período de casi cuatro siglos, prueba suficiente para demostrar su vínculo con Andalucía. Por tanto, ¿cómo es posible que escuchemos sin asombro la denominación de 'árabe' para Boabdil y todos sus predecesores y para los habitantes de la ciudad en la que se practicaban las tres religiones del Libro? ¿Acaso nacieron en Arabia o en Mauritania para llamarles árabes o moros? La contestación no puede ser porque hablaban árabe, pues la lengua que popularmente se practicaba era el romance y el aljamiado. Tampoco porque eran islámicos porque coexistieron tres religiones que conformaron una sola Cultura que se adelantó al Renacimiento europeo cuatros siglos. Tampoco porque en 711 hubiera una invasión, exterminio de los habitantes autóctonos y repoblación posterior por ejércitos norteafricanos, porque de haber sido así hubiera quedado rastro en la dotación cromosómica mitocondrial (los estudios de genética de poblaciones de E. Bosch et al concluyen que los amplios intercambios culturales producidos entre el norte de África y la península Ibérica no conllevaron grandes intercambios de individuos).
La historia ha sido revisada por autores como Américo Castro, Ignacio Olagüe y, más recientemente, Juan Vernet y Emilio González Ferrín, quienes han puesto de manifiesto con un profundo análisis historiográfico que se han de desestimar «rancias interpretaciones partidistas» para conocer lo que al Andalus supuso a nivel de las ideas y la cultura en el mundo. Alguien habrá que cuestione o no considere a estos lingüistas e historiadores, pero quizá si atienda a otros como Ortega y Gasset, quien afirmó que el pueblo andaluz es el más viejo del Mediterráneo y que, antes de que se produjera el influjo de Oriente sobre Occidente, hubo una importante corriente cultural desde Andalucía hacia el frontal de Libia y el interior de Oriente.
Los romanos promovieron la entrada de una corriente cultural grecolatina importante cuando ya existía un substrato cultivado y soportado por una población acostumbrada a escribir sus leyes en verso. Europa luego se impregnó de la cultura griega y latina a través de al Andalus y de su influjo sobre las artes y las ciencias, lo que, según Goytisolo, provocó que los andaluces, y los españoles en general, seamos europeos por llevar al Andalus en las venas a pesar de que la península se partiera en dos para impulsar dos peregrinaciones: una hacia Santiago y otra hacia la Meca, hecho que provocó la ideologización de la religión.
Es loable que Antonio Banderas quiera dirigir una película sobre Boabdil, pero 'el granadino' o 'el andaluz', no 'el árabe' pues así ayuda a mantener la confusión y a seguir dando al orbe árabe argumentos para pensar que Andalucía fue de su propiedad y que, con ello, puedan justificar el reclamo figurado del personaje y sus ancestros. Con todo el respeto y el reconocimiento para lo que el mundo árabe aportó a la historia y al nacimiento de la civilización mediterránea en y desde el Oriente Fértil, permítannos que nos sintamos deudores de ellos en la misma medida que lo estemos de griegos, fenicios, romanos..., incluso godos, pero también que seamos poseedores de nuestro propio pasado afirmando que Boabdil, y todos los que habitaron lo que desde siglos antes se conoció como Spania, eran andaluces. Ahora, con la celebración del Milenio del Reino de Granada, el Presidente del Consorcio del Milenio, David Aguilar, tiene el gran reto de organizar y gestionar los actos del 2013 logrando importantes mejoras en materia de infraestructuras, servicios y marca cultural y turística, y de hacer también que se muestre la historia con una visión más objetiva y de recuperación de nuestras memoria e identidad perdidas. Recuerde el Sr. Aguilar las palabras del también médico, además de historiador y montañero, Fidel Fernández Martínez: «El desconocimiento [de los siglos medios] es todavía mayor respecto a los andaluces, cuyas glorias y proezas parecen condenadas al más completo olvido, por no ocuparse de ellas los historiadores deslumbrados por la epopeya triunfadora de Asturias, Navarra y Aragón". Es pues el momento de reintegrar a los andaluces sus propias glorias y proezas.
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25/Jan/2009 16:42:16
Pedro Honrubia
Magnífico artículo. Lástima que el desconocimiento de nuestra propia historia sea tan masivo y los mitos extendidos por los conquistadores estén tan a la orden del día, que incluso artículos como éste parezcan algo "exótico". Lástima que los andaluces sigamos doblegados y de rodillas al poder de la colonia que seguimos sin entender que aquel filósofo de Córdoba que llaman Romano, o aquel otro de la misma ciudad que llaman árabes, o su coetano que llaman judío, no eran más que andaluces, magníficos y brillantes andaluces. Ya se sabe, Trajano y Séneca eran "romanos", Averroes, Ibn Tufayl,etc. eran "árabes" , Maimonides era "judío", Velazquez, Lorca, Picasso, Juan Ramón Jiménez u Alberti son "españoles", y así sucesivamente. Los ANDALUCES simplemente no existimos, no hemos existido nunca para la memoria de estos señores de la roja y gualda. NOS TEMEN MÁS QUE A UNA VARA VERDE. Y es que saben a ciencia cierta que el día que Andalucía grite, a España le revientan los oídos. Pero nos tienen bien tapada la boca. Con historias de la "re"conquista, homenajes a los reyes Católicos, Santiago Matamoros y su blanco corcel, la selección española de fútbol y la madre que los parió a todos, vamos contentos. Cualquier pueblo con el pasado histórico-cultural del pueblo andaluz tendría un orgullo de sí mismo y de su pasado que no le cabría en el pecho. Pero nosotros no, nosotros estamos orgullosos de quienes nos han humillado, pisoteado y esquilmado nuestra historia. Ver para creer.
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Miguel Angel Jimenez, escritor y granaíno
El día que los granaínos nos despojemos de nuestros miedos y nuestras verguenzas causas por quinientos años machacando que nos reconquistaron para salvarnos; el día que nos enteremos que no nos reconquistaron sino conquistaron, que nos expulsaron de uno de los más gloriosos reínos que han existido y que a nuestros antepasados los llaman moros cuando en realidad eran andaluces, granaínos desde antes que unos avariciosos reyes cristianos quisieran apoderarse de algo maravilloso; el día que nos demos cuenta y alcemos la cabeza para decir que somos granaínos, hijos de granaínos y que nuestros ancestros ya estaban antes de que vinieran los castellanos, ese día haremos una Granada grande y nos sentiremos orgullosos de nuestro verdadero pasado. Soy andaluz, de Granada y me siento orgulloso de serlo y espero que algún día dejen de utilizarnos los partidos políticos como arma arrojadiza y gritemos nuestras reivindicaciones como el gran reino que fuimos.
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