Cátedra de excelencia del Profesor Pedro Arrojo Agudo, U. Zaragoza, España. Dpto Análisis económico. Tema de referencia: Problemas de calidad del agua. U.V.
Sorprendente, dramático y contradicción flagrante, es que México, como potencia emergente, no cuente con agua potable en la red. El agua cloacal de los ríos Lerma y Santiago, increíblemente, pretendía bombearse para suministrarse a Guadalajara. Los ríos de Veracruz son también de los más contaminados del país.
La gestión pública es una responsabilidad irrenunciable y sin disculpa de los gobernantes. La nuestra es cuidar a quienes elegimos, y no callar ante las transgresiones. Por tanto mutua. Sin revolución cultural, no hay soluciones en las esferas políticas. El mejor ejemplo fue la caída del gobierno de Aznar al pretender imponer en el Plan Hidrológico Nacional, la construcción de grandes represas que inundaría poblaciones por enésima vez, y el trasvase del agua del Ebro, que amenazaba la estabilidad del ecosistema y su entorno, poblaciones, territorios y sociedad. El poderoso movimiento social por la nueva cultura del agua, con base en la red científica universitaria, en reacción a la amenaza, y las inteligentes alternativas propuestas por la comunidad científica, propiciaron manifestaciones ejemplares no violentas de más de un millón de personas. Y el nuevo gobierno de Zapatero entró con el compromiso de revisar la Ley de Aguas, y el Plan Hidrológico, y adecuarlo a los nuevos criterios europeos de gestión, acorde con la nueva cultura, recogida en la Directiva del Marco de Agua. (Directiva: ley fundamental de obligatorio cumplimiento para todos los países comunitarios).
El centro del problema no es la escasez, obsesión frecuente, sino la calidad. Antes podía beberse agua de la llave, de ríos y fuentes. Hoy, no tener agua potable en la red, nos cuesta cuarenta veces más, además de los residuos que genera. Lo permitimos, sin modificar nuestra conducta, por inconsciencia y desinformación. El reto es conocer la nueva cultura, base para nuestra supervivencia y organización.
El problema de la calidad es que no luce en inauguraciones políticas como las grandes represas. La paradoja de que en este planeta de agua, tengamos problemas de agua, es sinónimo de pésima gestión de recursos. Según la ONU, mil cien millones de personas no tienen acceso al agua potable, y unas veinte mil mueren diariamente por problemas relacionados con ella. La irresponsable consecuencia de haber acabado con la salud de los sistemas acuáticos, deriva en el irregular reparto del agua potable, un derecho humano inalienable, a costa del que se enriquecen unos cuantos, y que provoca la muerte de especies vegetales, animales y personas, siempre en las comunidades más pobres, y siempre los más débiles: niños y ancianos. La vergüenza de los países ricos.
Recuperar la salud de los ecosistemas significa mejorar la calidad de vida, pues el ciclo hídrico natural la produce gratis y de la más alta calidad. No hay desarrollo ni progreso sin sustentabilidad ni calidad de agua. De esto los países ricos son muy conscientes, de ahí las drásticas leyes ambientales y los grandes recursos que se destinan a paliar desastres ambientales, mientras en países en desarrollo, un vertido acaba con la vida de comunidades enteras. Es una cuestión de supervivencia, entre otras cosas porque miles en comunidades pobres, vinculadas con la naturaleza, viven de ella, y cuya única proteína es el pescado. La sustentabilidad no es un lujo de ricos, sino una perentoria necesidad de los más pobres, una necesidad global de la humanidad y un derecho inalienable fácil de entender.
Tras profunda autocrítica y preocupación por los errores cometidos contra la naturaleza, en el año 2000, la Unión Europea, promulgó la Directiva Marco de Aguas, que salvo algunos defectos, ha supuesto un positivo cambio revolucionario en la gestión de aguas. Cuanto más tardemos en entenderlo y cambiarlo, más caro será.
El reto fundamental de la Directiva es cambiar los tradicionales modelos, hacia modernos enfoques de gestión de ecosistemas acuáticos y su implicación colateral: funciones ambientales que eviten contingencias, biodiversidad, patrimonio común, paisaje, etc. La cuestión no es sólo gestionar recursos, sino todo un ecosistema vivo, no solo por romanticismo ecológico, sino por puro pragmatismo. Por ej. Un río no es un canal de desagüe ó H2O para captar, sino un ecosistema vivo que brinda servicios ambientales fundamentales para nuestra supervivencia, bienestar y alimentación.
El objetivo de la ley es que para 2015, se haya recuperado el buen estado ecológico de todos los ríos. Una vez más: calidad. Pero la más alta calidad, no sólo los parámetros más exigentes físico-químicos: sólidos en suspensión, químicos, tóxicos, etc., sino el parámetro biológico, el más fiable e importante detector de calidad: en los ríos deben vivir los mismos organismos vertebrados e invertebrados que en el pasado, lo que garantizaría servicios ecológicos y agua de calidad gratuita. Todo ello por puro pragmatismo económico, pues se ha llegado a la conclusión que talar un bosque en nombre de la economía produce sólo beneficios para el maderero, y mucha miseria para el país. Contaminar el agua, además de una salvajada ecológica, es un mal negocio, que genera sólo beneficio para el propietario y costosos problemas de salud para la sociedad.
Lo que antes nos daba la naturaleza gratis y de la mejor calidad, ahora hay que buscarlo cada vez más lejos. Hoy el litro de agua es más caro que el litro de gasolina.
Los servicios ecológicos de la naturaleza son variados: los ecosistemas acuáticos, ríos, lagos, pantanos, son auto-depuradoras gratuitas. Del mismo modo que la basura o los desechos orgánicos son abono para la tierra, lo son para un río vivo. Pero cuando nos excedemos en cantidad, matamos el ciclo de las depuradoras naturales, y hay que gastar miles de millones en repararlo o depurar esa agua artificialmente.
Hoy día está prohibido comer pescado de los ríos de Europa, la pesca en la Amazonia está desapareciendo, en el mar de Aral ha desaparecido y hoy los barcos están varados en el desierto a 40 km. del nuevo litoral. La contaminación de los océanos produce que el pescado contenga metales pesados que filtra. Los efectos de consumir estos tóxicos son acumulativos. Es decir, no se eliminan. ¡Los océanos están muriendo!, y con ellos, miles de comunidades de todo el mundo que dependen de la pesca.
Un ejemplo significativo fue la construcción de la presa de Assuán en el Nilo. Se conocían los efectos ambientales, y por ende económicos, que ocasionaría. Colapsaría el delta de Alejandría, la zona más rica de Egipto desde la antigüedad, que frenaba el mar, pero a cambio se ganaba en electricidad, miles de hectáreas de regadío. Lo que se desconocía, es el fenómeno acelerado de desaparición de arenas en todo el litoral mediterráneo a miles de kilómetros, en poco menos de diez años, que derivó en pérdidas de miles de dólares para la industria turística. Hoy se sabe que la arena de las playas no proceden tanto de la erosión y las olas, como del flujo aportado al mar por los ríos. Hoy, como en Cancún tras la desaparición de los manglares, hay que hacerlo artificialmente.
El segundo impacto fue aún más demoledor. A un año del cierre de compuertas de la presa, las capturas de sardina y anchoa, cayeron en más de un noventa por ciento en todo el Mediterráneo oriental, hasta Turquía, a miles de km. La pesca había prácticamente desaparecido. Hoy sabemos que los mares cerrados pobres en plancton, los peces desovan en las desembocaduras de los grandes ríos. Lo mismo que sucedió en México con el trasvase de agua del río Bravo hacia California. La vida del Mar de Cortés colapsó y aún no se recupera. Lo que demuestra el gran servicio de los ríos.
Humedales y manglares, fábricas de vida, son una protección contra huracanes, olas, incubadoras de animales acuáticos, y depuradoras naturales: Servicios ambientales.
Por último, el cambio climático y su impacto. La variabilidad climática, el régimen de lluvias o sequías, aumenta los riesgos para la vida. Las represas, especialmente donde hay muchas como en España, y donde llueve poco, resultan inútiles. Lo más inteligente es gestionar responsable y conscientemente el agua, ahorrarla, no desperdiciarla y no excederse en los riegos a horas inadecuadas. Así habrá reservas.
Recuperar y fortalecer la resiliencia-capacidad de resistencia- de los sistemas hídricos: humedales, acuíferos y ríos. Respetando esas claves podremos enfrentar mejor los riesgos derivados del cambio climático.
La parte final es la tecnológica. Hemos vivido demasiado tiempo bajo el síndrome de prepotencia y arrogancia tecnológica, abandonando la sabiduría científica, pensando que todo se resuelve con tecnología, y los impactos con más tecnología. Pero no es verdad. Lo más importante es recuperar la salud de la tecnología natural, responsabilidad de todos, y gratis. Hay que aplicar la tecnología con responsabilidad, prudencia, sabiduría, sentido social, sentido de sustentabilidad, y responsabilidad.
Hoy tenemos opciones increíbles de emular a la naturaleza, de la que hemos aprendido, y que nos resuelve muchos problemas si la tratamos bien. Donde haya que reforzar la acción de la naturaleza, existe tecnología de depuración absolutamente viable. Y es más barato aplicarla, que no aplicarla. Primero evitando la contaminación en origen antes de producirla, después depurar el agua que vertemos, regenerar lo degradado, que es mucho más barato que trasvasar el agua, desalar el agua marina, o su equivalente más caro: nanofiltración y ósmosis inversa. Aún así viable, pues ya se hace.
Agua de calidad supone buen nivel de energía. El proceso de ósmosis inversa cuesta del orden de 3’5 kw/h. m3. Mucho más barato que hacer la locura del gran trasvase desde Veracruz a Monterrey y Tejas, sinónimo de irracionalidad. Total es dinero del erario… No usamos la tecnología con prudencia ni inteligencia.
Calidad de la red es sinónimo de calidad de agua. Red mala = agua muy cara y mala.
En Saltillo una empresa privada gestiona el agua, con un 40% de pérdidas en red. Nunca se permitiría eso si fuese petróleo. Esto produce cortes de agua sistemáticos, intrusiones altamente contaminantes, y por tanto, agua muy contaminada. Producto de corrupción, de falta de participación ciudadana, falta de profesionalismo y ética.
Según Naciones Unidas, una persona tiene derecho a treinta litros diarios. Pero nadie transportaría esa cantidad a casa desde la fuente pública del pueblo. Es por tanto muy importante el ahorro. Tenemos derechos, pero también deberes. Y quién más gaste debería pagar más, pues está usando lo que otros no tienen. Como la industria, que es quién más consume. Por tanto: Solidaridad, cohesión humana, responsabilidad, y consciencia. Es importante poner un freno al derroche por medio de un sistema tarifario. Los ríos no son para que las empresas papeleras o textiles, las minas de oro y otras, los contaminen o malgasten. ¡El agua es de todos! En nombre del negocio no se puede matar a nadie ni provocar abortos, cáncer o malformaciones. La industria no debe contaminar ni usar agua subvencionada, derecho humano inalienable, que hemos de exigir responsablemente. El patrimonio público no es para enriquecerse a costa de los desfavorecidos, ni matar la calidad del ecosistema en nombre de la economía.
El gran reto de México es proveer de agua a las grandes poblaciones del interior. No es posible desalar agua de mar, salvación de muchas comunidades del litoral, por la distancia, y porque este país es uno de los principales en el mundo con más despiadada e inconsciente destrucción de los sistemas acuíferos, las fábricas naturales de agua de calidad, y los ríos que desembocan están muy contaminados. A consecuencia de los graves problemas que este comportamiento producirá, será en un futuro líder en la defensa y recuperación de la calidad del agua. No queda más remedio, y aunque caro, no hacerlo lo será mucho más.

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